jueves, 28 de febrero de 2013

Refranes de Aragón

Ponerle a los refranes un referente geográfico es simplemente la indicación de que allí también se conoce y utiliza ese refrán. Con independencia de que haya refranes que se refieran a lugares o que se crean los hablantes que es patrimonio suyo, la verdad es que el refrán se mueve con mucha facilidad por los territorios de una misma lengua. Así que cuando decimos de una colección que es andaluza, extremeña, navarra o aragonesa, lo que decimos en realidad es que tales refranes se han recopilado en estos territorios. José de Jaime Gómez y su hijo José Mª de Jaime Lorén nos presentan una colección de más de 5000 refranes referidos o recogidos en Aragón. Junto a los refranes colectados por ellos han entresacado de más de treinta paremiólogos los refranes que se refieren a su comunidad. Dentro de los dieciséis apartados en que se presentan los refranes hemos escogido el titulado "Irónicos y con segunda intención" por cuanto es la expresión de uno de los fundamentos y razón de ser de la literatura popular: la risa y la crítica social. Aquí tenéis una selección que espero invite a conocer algunos más.


Amás de cornudo, apaleado, y encima le hacían bailar, y aún se quejaban de que lo hacía mal.

¿De dónde le viene al burro llevar la coda tan tiesa?

Don sin din, capazo sin culo.

El que arriba tiene canas, abajo ganas.

El que tiene boca se equivoca, y el que tiene culo sopla.

Ella es tuna y tuerta / y él anda torcido; / nunca falta un roto / para un descosido.

Entre bentezinco sastres y un zapatero, azen un ombre entero.

La mujer del gaitero tiene fortuna, ella tiene dos gaitas y otras ninguna.

Ningún tonto se machaca l'haba.

No hay cosa más rica, que rascarse donde a uno le pica.

-¿Qué te han traído los reyes? -La calle pa correr y una escoba pa barrer.

Si con viuda te casas, encontrarás o camino sin piedras y sin barzas.

Te llevas güen mozo, bizco, cocho y potroso.


(José de Jaime Gómez y su hijo José Mª de Jaime Lorén, Refranero aragonés, Instituto Fernando el Católico, Zaragoza, 2002).

domingo, 17 de febrero de 2013

La biblioteca del Kaiser

También los emperadores a pesar de su mal genio quieren señalar los libros de su biblioteca. Este es el caso de Guillermo II último emperador de Alemania y rey de Prusia. No sabemos nada de sus lecturas aunque, por el ex-libris, sí de sus encuadernaciones. La estancia debía oler a piel envejecida, a papel antiguo y a pergamino. Una banda nos impide olvidar que con él se acabó el imperio alemán y el estado prusiano, y que, como consecuencia, dio lugar a la peor pesadilla del siglo XX. Su megalomanía queda patente. La corona, el escudo imperial y el collar aplastan y apartan la cultura, representada por volúmenes que serían la envidia de cualquier lector no tan aristócrata. El grabado es obra del artista Emil Doepler.



Un viaje por New York

Teju Cole ha escrito un libro importante. Ciudad abierta es una primera novela donde es difícil buscar esos errores que aparecen en los estrenos literarios. Cole, nacido en Estados Unidos aunque criado en Nigeria, nos invita a un paseo por la ciudad de New York y nos la muestra con una mirada muy particular. En sus paseos, como psiquiatra residente en un hospital, nos enseña una ciudad en la que no reparamos, nos muestra aquello que se esconden en sus rincones y, lo que es más importante, todo lo que evoca, lo que hace aflorar en los parques y en las esquinas. Pero junto a este viaje geográfico nos sumerge también en un viaje personal donde descubrimos su vida y la de quien le rodea o importa. Así vamos saltando de historia en historia, como si la vida no fuera sino una sucesión de historias, unas vividas, otras escuchadas y otras aprendidas. Como toda ciudad tiene ese barrio que no queremos cruzar y al que hacemos desaparecer del plano, también la vida tiene ese momento que queremos ocultar y que si no fuera porque siempre hay alguien  que en algún momento nos lo recuerda creeríamos que no ha sucedido. Nuestro protagonista también tiene cosas de las que arrepentirse. En cuanto a la prosa Teju Cole consigue a la vez una escritura limpia y densa. No nos cuesta ningún trabajo la lectura pero vamos reconociendo que cada palabra tiene su importancia y que nada es superfluo. De vez en cuando nos sorprende con explicaciones propias de un guía o de un maestro pero para nada se rompe el ritmo de la novela, incluso nos sentimos agradecidos por la enseñanza. Ya tenemos otro autor al que seguir.

(Teju Cole, Ciudad abierta, trad. Marcelo Cohen, Acantilado, Barcelona, 2012)

domingo, 10 de febrero de 2013

También Casanova nos enseña

Jaime Rosal se ha leído las memorias de Giacomo Casanova (1725-1798) y ha entresacado, de entre los cientos de páginas, aquellas frases que pudieran interpretarse como pensamientos y recomendaciones a sus lectores. Junto a pasajes de anécdotas de su envidiada vida surgen máximas dispuestas a instruirnos, sobre todo en los secretos del amor. Pero como ya hemos comentado en más de una ocasión el mundo del aforismo, los pensamientos o las máximas requiere una conciencia que no aparece en obras más discursivas. Se hace difícil creer en estos textos porque casi siempre se les intuye un antes y un después del que se nos priva. Aun así hay algunos con los que se disfruta de ese genio tan divertido y de ese espíritu tan poco dado a los convencionalismos. A la pequeña selección de máximas sigue una breve anécdota que nos hace disfrutar de una visión del mundo tan alejada de nuestra triste realidad.


La muerte es un monstruo que expulsa del gran teatro a un espectador atento antes de que haya acabado una obra que le interesa infinitamente.

La mejor tropa no es más que un mal rebaño.

El fuego del deseo es como el de la paja: se acaba en cuanto arde.

El amor es un ser enemigo de la vergüenza, a pesar de que busque la oscuridad y el misterio.

Puesto que ninguno de los dos amaba al otro, se perjudicaban con una absurda cortesía.

La manera de tener siempre razón es no escatimando el dinero.

En ocasiones el sentimiento de los celos puede estar justificado porque quien ama se imagina que el objeto de su amor ha de inflamar a todos los demás hombres.

Nadie es más influenciable que un hombre enfermo.

Dios nos libre del remordimiento y del arrepentimiento cuya fuente se halla en los prejuicios.

Cualquier separación es desesperante, pero la última siempre nos parece la peor.

Un inglés siempre es demasiado orgulloso como para reconocer que ha sido engañado.

¿Para qué sirven los deseos cuando se han perdido los medios para satisfacerlos?

Ya no espero momentos felices, pero tan sólo la muerte podrá arrebatarme su dulce recuerdo.

El señor Richelieu me preguntó cual de las dos actrices me gustaba más por su belleza.
-Aquella, caballero.
-Pero tiene las piernas feas.
-No se ven caballero y, además, para examinar la belleza de una mujer lo primero que aparto son las piernas.


(Jaime Rosal, Giacomo Casanova. Máximas y anécdotas, Comanegra, Barcelona, 2010)

Encintada R

Algo más gruesa que la cinta que le precede nuestra R también consta de tres franjas: blanca, negra y blanca. Sin embargo no es uniforme, se ensancha o estrecha la franja central según el lugar de la letra, manteniendo su dimensiones las líneas blancas. Como toda cinta, está destinada a curvarse, hasta lo que serían los cortes, cuatro en este caso, se redondean en los extremos. Y qué decir de la cinta que la avasalla y empuja robándole el centro que se merece. Podemos seguirla entrando y saliendo sobre sí misma pero sin provocar el nudo fatídico, girando con suavidad y sin esfuerzo. Cinco motivos, como cinco pares de alas, completan los espacios que dejan la animadversión milenaria entre curvas y rectas.


Malas Notas 37

Lloramos las enfermedades ajenas porque no somos capaces de sentir su dolor.

Sólo a la muerte del padre el hijo es capaz de entablar una relación de amistad.

Cuando muera miles de cosas que he aprendido se perderán; alabado sea el destino que impedirá perpetuarme, que preservará a mis herederos de las estupideces que habría de legarles.

¡Cuánto se agradece encontrarse con autores que tratan con cariño a sus personajes!

El Jarama es un libro que nadie habría pensado escribir, pero que a todos hubiera gustado firmar.

sábado, 9 de febrero de 2013

Otra interpretación de Jacqueline du Pré

Recomendamos otra interpretación de la violonchelista du Pré. En esta ocasión el tercer movimiento del concierto para violonchelo en Sol menor de Georg Monn (1717-1750). Poco se sabe de este compositor austriaco que aunque murió con solo 33 años dejo varias sinfonía, conciertos, cuartetos y sonatas, dedicándose también a la enseñanza y a la interpretación. Algunos lo consideran precursor de la sinfonía clásica, pero como vemos en esta obra para violonchelo está a medio camino del barroco y el clasicismo. No olvidemos que Bach murió ese mismo año y que Mozart no nacería hasta siete años más tarde. De la interpretación poco hay que añadir a lo ya conocido, nunca se cansa uno de escuchar y admirar lo que son capaces de ejecutar esas manos.



Un lector preocupado por el tiempo

En el siglo XVI Barthel Beham, grabador alemán, recibiría el encargo de un tal Jerónimo Baumgartnersso para la confección de un emblema que presidiera las portadillas de sus libros. No sabemos si entre las indicaciones entraba la preocupación por el tiempo y la fugacidad de la vida. Sea como fuera el artista dejó constancia de ello tanto en los motivos como en los textos. Ya en latín, como en griego y en hebreo nos habla de lo breve e irreparable del tiempo. Un reloj de arena, otro solar, una calavera y algo que no identificamos aparecen en las cuatro esquinas del grabado. Como motivo central un yelmo rodeado de curvilíneas hojas; sobre él un ave, las misma que forma parte del escudo sobre el que se apoya el casco. El ave nos la imaginamos parlera, repitiendo sempiternamente sus malos augurios. Y a Jerónimo cerrando los ojos para descansar de la lectura y reflexionar sobre la intrascendencia de la vida. Casi quinientos años más tarde sólo nos queda disfrutar de la obra de este discípulo del gran Durero.



domingo, 3 de febrero de 2013

Tres noches de lectura

Hay libros de los que no podemos contar su argumento porque el libro es el argumento. Esto nos ocurre con Tres noches de Austin Wright. Susan recibe el manuscrito de una novela escrita por su ex-marido, Edward, donde le pide una crítica literaria. Felizmente casada con un médico prestigioso y con una familia ya formada, Susan aplaza la lectura hasta mejores tiempos. Una carta de su ex, donde le avisa de su próxima visita, y la ausencia del esposo al asistir a una convención, permite a Susan disponer de tres días (tres noches) para la lectura de la novela. A partir de aquí nos adentramos junto a la protagonista en unas horas de placer leyendo los avatares de otra familia. Esta nueva novela nos llega por capítulos y entre uno y otro vamos descubriendo la vida de los verdaderos protagonistas. Si todo buen libro nos plantea interrogantes y cuestiona nuestra vida, con más razón cuando su creador ha formado parte de nosotros. Mientras Susan lee rememora su pasado y analiza su presente. Ni todo era tan desastroso como parecía ni nada es tan feliz como se presenta. El libro de Wright nos hace reflexionar sobre el papel del lector en toda obra. Los amantes de la lectura reconocemos nuestras implicaciones durante la lectura, nos vemos reflejados, reconocemos situaciones, adelantamos sucesos y reacciones, en una palabra, vivimos en la lectura. Igual de interesante es la distinción entre lector y crítico, no necesitamos emitir un informe para disfrutar y sobrecogernos con un libro, podemos sentir que algo es bueno, incluso perfecto, sin tener que arriesgar unos motivos; y no porque no fuéramos capaces sino porque a veces no son necesarios. Con Tres noches tenemos asegurados tres días en que, como su protagonista, no veremos el momento de suspender nuestras tareas cotidianas para sumergirnos en la  novela y, como ella, sentir que estamos leyendo parte de nuestra vida. Un verdadero lujo.

(Austin Wright, Tres noches, Salamandra, 2012)

Otro refranero actual

Me parece que ya lo he comentado con anterioridad: la lectura de nuevos refraneros provoca una doble sensación, por un lado el reconocer la actualidad de refranes de los que conocemos su antigüedad; por otro,  el nacimiento de nuevos refranes con los que degustamos la vigencia del refrán como medio de comunicación; en medio, nos sorprendemos con las formas modernas que adoptan expresiones centenarias. El Refranero popular de María José Llorens es una prueba de lo dicho. Muchos son los refranes que leemos casi sin prestarles atención, unos por conocidos y otros porque no reconocemos en ellos el estilo tan característico. Aun así de vez en cuando nos alegramos de fórmulas desconocidas pero reconocibles. Es la belleza de lo popular, siempre nuevo y siempre viejo, asombroso y rutinario, trágico y cómico. Aquí queda una muestra.

Abadejo y amor de viejo, todo es abadejo.

Afana, suegro, para que te herede; manto de luto y corazón alegre.

Ahora que tengo potro, pongo la vista en otro.

Alma triste, ¿suspiraste o te peíste?

A mal Cristo, mucha sangre.

Buena es la regla, si la regla es buena.

Casada te veo; otro mal no te deseo.

-¿Cómo te va? -Horas bien y horas mal.

Decimos mal de otros y ellos dicen de nosotros.

Fraile junto a doncella, ojo con él y ojo con ella.

Gente de sotana nunca pierde y siempre gana.

Gracia que pedí, vela que encendí; gracia que logré, vela que apagué.

Imposible es que nazca el perejil en el ascua.


( María José Llorens, Refranero popular, De Juan SL, Hospitalet de Llobregat, 1989)

Pero todavía quedan franceses?

Luc de Clapiers (1715-1747), marqués de Vauvenargues es, aunque menos conocido, otro moralista francés. Murió con tan sólo 32 años tras intentar sin éxito la carrera militar y la diplomática. Después de estos fracasos, este hijo de la baja nobleza, se dedicó al estudio y a las letras, dejándonos por escrito sus reflexiones y pensamientos. Posiblemente sea el moralista más moralista de todos, parece que en su pensamiento y estilo no tenían cabida ni el humor ni la brillantez en la prosa. Sus temas poco tienen que ver con la literatura, el arte o el amor; serán la razón, el espíritu, la virtud, los vicios, la justicia o la pasión los campos sobre los que nos aconsejará. Pero siempre desde la abstracción y una visión demasiado general del los problemas. A pesar de que la claridad es su principio la lectura de sus máximas no es siempre todo lo fluida que debiera, es posible que algo de culpa tenga la traducción de Manuel Machado que data de 1914. Creo que la falta de gracia y el estilo tan trascendente hace que sus reflexiones se hayan quedado algo anticuadas. Aquí os dejo una muestra de sus Reflexiones y máximas.

La claridad adorna los pensamientos profundos.

La obscuridad es el reino del error.

La prosperidad crea pocos amigos.

Las tempestades de la juventud están rodeadas de días brillantes.

Es difícil estimar a algunos como quieren ser estimados.

Los hombres tienen grandes pretensiones y pequeños proyectos.

Descubrimos en nosotros lo que los demás ocultan, y reconocemos en ellos lo que nosotros mismos ocultamos.

Para ejecutar grandes cosas, es preciso vivir como si no se debiera morir jamás.

Los consejos de la vejez alumbran sin calentar, como el sol de invierno.

La clemencia vale más que la justicia.

La paciencia es el arte de esperar.

El comercio es la escuela del engaño.


(Vauvenargues, Reflexiones y máximas, traducción de Manuel Machado, Renacimiento, 2011)