jueves, 27 de diciembre de 2012

La imagen popular de la familia egipcia

Aprovechando estas fechas, días familiares y revueltas en el mundo islámico, no me ha parecido mal que conozcamos algunos refranes egipcios sobre la familia. Resulta agradable descubrir que el humor y la sátira también existen en la sociedad islámica, que, como nosotros, son capaces de reírse de sus tradiciones y lamentarse de sus privaciones. Los temas son los propios de la familia: los hijos, el matrimonio, los parientes, la maternidad, las suegras, la soltería o la orfandad. Es de agradecer la traducción literal de los refranes ya que es la única forma de descubrir las imágenes de un mundo diferente al nuestro, de conocer sus costumbres y apreciar sus relaciones. En la mayoría de los casos Rosa Mª Ruiz Moreno, su traductora y comentadora, presenta la equivalencia con el refranero hispánico, lo que a su vez nos permite comprobar la unidad de los intereses e interpretaciones que el hombre, al margen de su nacionalidad, se ha formado sobre la vida.

El hijo más querido es el hijo del hijo.

Bien entiende la madre del mudo el lenguaje de su hijo.

Una escarabaja ve a su hija en la pared, y dice: -Es una perla en un hilo.

Siembra cerca y cásate lejos.

El cuchillo de la familia es romo.

Al que no lo educa la familia, lo educan los días y las noches.

-¡Te casas con mi marido y tienes celos! ¿Cómo es eso?

El marido de dos es un novio cada noche.

Cabra preñada no da cornada.

El que a mi niño le da un dátil, a mí me endulza la boca.

-Suegra, ¿no fuiste nuera? -Lo fui y lo olvidé.

Si tu marido se da cuenta de tu ausencia, termina de pasar el día fuera.

Tu padre el ajo, tu madre la cebolla: ¿de dónde te va a venir el buen olor, desgraciado?


(Rosa Mª Ruiz Moreno, Refranes egipcios de la vida familiar, Departamento de estudios semíticos. Estudios árabes contemporáneos. Universidad de Granada, 1998)

Lichtenberg, un clásico entre los clásicos

Si alguien merece el título de clásico entre los aforistas es sin duda Georg Christoph Lichtenberg, por más que no sea tan sólo un aforista, sino un observador atento a todo lo que recorre su mundo y un anotador de sus impresiones. Lichtenberg (1742-1799) profesor de física de la universidad alemana de Gotinga, dejó a su muerte doce cuadernos, escritos durante 35 años, en los que opinaba sobre cualquier tema que se le presentara, siempre con un escepticismo y un sentido irónico que lo caracterizaría. En vida sólo se le conocen algunas obras satíricas y la publicación, durante más de veinte años, de un Almanaque de bolsillo destinado a las clases acomodadas de su ciudad. Sin embargo serán sus cuadernos los que le harán pasar a la historia de la literatura como uno de los grandes genios alemanes. Admirado por Nietzsche, Goethe, Breton, Freud, Schopenhauer o Canetti, su digno discípulo, ha dominado desde la publicación de sus notas el mundo literario de los textos breves, no hay nadie que habiendo practicado este tipo de escritura no lo tenga como referente, como modelo o, simplemente, como el dios de la literatura de apuntes. Este hombre, pequeño y jorobado, nos deja unos textos a los que volver siempre, en los que buscar y buscarnos es un placer.


La presente selección, traducida por Juan del Solar, abarca los dos primeros cuadernos (1765-1772) y por supuesto no será la única vez que volvamos a ella.


El caracol no construye su casa, sino que ésta le crece en el cuerpo.

La vida puede considerarse una línea que, describiendo una serie de curvas, avanza por encima de una recta (el límite de la vida). La muerte repentina es una caída perpendicular sobre esta recta, y la enfermedad se sitúa en las paralelas a ella.

Hay grados del perder. No poder encontrar una cosa en un tiempo dado, significa haberla perdido. A veces, las circunstancias no permiten deducir si este tiempo será infinito o no, aunque con frecuencia se le considera finito. Uno puede haber perdido realmente algo aunque sepa al mismo tiempo que podría encontrarlo tras media hora de esfuerzos.

Con un gran número de trazos desordenados es fácil configurar un paisaje, pero con sonidos desordenados no se compone música alguna.

Un soldado viejo y muy débil pidió una vez a César permiso para matarse, y César le respondió: ¿Cómo, todavía estás vivo?

A un hombre le dijeron que el alma era un punto, y él replicó que por qué no un punto y coma, ya que así tendría una cola.

Cuando, bajo Carlos V, el Papa fue encerrado por los españoles en el castillo de San Ángel, en todas las iglesias de España se rezó para que Dios liberase al Papa de las manos de sus enemigos.

Hay que hacer que la gente se sienta obligada a cumplir con nosotros a su manera, no a la nuestra.

Hay un refrán inglés que dice: Es demasiado necio para ser loco. En él hay una observación muy fina.

Lo he aprendido todo, no para mostrarlo, sino para utilizarlo.


(Georg Christoph Lichtenberg, Aforismos, traducción de Juan del Solar, Edhasa, 1990)


miércoles, 26 de diciembre de 2012

Malas Notas 35

Por fin, tras muchos esfuerzos, había aprendido a decir que "no"; pero ahora era consciente que tendría que aprender a decir "adiós".

Cuando ante la música o la literatura lloramos, sólo lloramos por nosotros mismos.

Tanta admiración siento por el artista como por el científico. Mientras el primero nos muestra qué es el hombre, el segundo nos enseña cómo es.

Dos hombres solos, sólo son dos hombres; dos mujeres solas... no sé cuantos mundos son.

Lo que más me molesta del arte actual es que no soy capaz de reconocer una obra fallida.

La fiesta de la Epifanía, entre Wolf y Goethe

Hugo Wolf sólo vivió cuarenta y tres años pero es recordado por sus cientos de canciones, por la defensa más que exaltada de Wagner y por la psicosis que acabó recluyéndolo en un manicomio. Gran amante de la poesía puso música a los grandes poetas alemanes, Goethe, Mörike, Eichendorf, Heine, Rückert, y a poemas españoles e italianos. Dentro de los poemas de Goethe hemos seleccionado, aprovechando estas fechas, Epifanía, un texto encantador que nos presenta a los tres Reyes Magos más mundanos que conozco, bebedores, comilones y enamoradizos. Buscan al niño pero no dan con él y tienen que apartarse de señores y damas, demasiado estirados, que encuentran en su camino. Dejo como botón de muestra la primera y última estrofa en traducción de Abel Alamillo

Son los tres Reyes Magos con su estrella:
ellos comen y beben, pero no pagan de buena gana;
ellos comen con ganas, ellos beben con ganas,
ellos comen y beben, pero no pagan de buena gana.

Como aquí no hay más que apuestos señores y damas,
pero no se ve ningún buey ni a ningún asno,
entendemos que no nos hallamos en el sitio correcto
y por eso, continuamos de nuevo nuestro camino.

En esta ocasión está interpretado este lieder por Diana Vranussi, al piano, y el barítono Antonis Kontogeorgiou.


martes, 25 de diciembre de 2012

¿Una R de revolver?

No sé por qué pero esta R me recuerda al oeste. El óvalo central puede ser cualquier ventana del hotel o las dos hojas de la puerta del saloon abiertas hacia el exterior. Y ahí vemos al protagonista, nuestra R, cuadrada ente el peligro, adelantando el pie para sostener su imagen imperturbable. A sus lados las líneas de los tablones de madera conque se ha construido el edificio, con formas que recuerdan las "efes" de los rústicos violines que los irlandeses trajeron desde el viejo continente. ¡Qué suene la música!, porque, aunque no lo veamos, el revolver está a punto de aparecer y el destino se llevará por delante al menos afortunado que, antes de morir, ni siquiera recordará qué hacía ahí tomándose su último whisky.


El último Stafl

Desde agosto de 2011 hemos seguido el recorrido de Otakar Stafl como diseñador de ex-libris. Si el primero lo datábamos en 1909, estos últimos los podemos fechar en 1945. Son sus últimas obras porque poco después perdería la vida en un bombardeo aliado sobre su ciudad, Praga. Dos motivos, muy presentes en sus anteriores trabajos, aparecen también en sus últimas obras, el paisaje de su tierra y la naturaleza. Si en uno dominamos la llanura desde la atalaya de una fortificación, en el otro un jarrón con seis claveles rojos y una polvera nos identifica a su propietaria. Como casi siempre desconocemos a los afortunados poseedores de una biblioteca que cuenta entre sus páginas con ex-libris del artista checo. Por nuestra parte sólo nos queda despedirnos del pintor y diseñador que nos ha acompañado tanto tiempo.



Otros refranes

Siempre me ha llamado la atención que dentro de los estudiosos del mundo tradicional hayan prevalecido las sotanas. ¿Qué Dios esperan encontrar entre los refranes? ¿Qué cielo les ofrecen las canciones? ¿Con qué cuento pretenden cumplir su penitencia? Al margen de estas consideraciones, su influencia se ha hecho notar en la exclusión de motivos poco apropiados a sus gustos. Y no estoy hablando del anticlericalismo, tan arraigado en nuestras tierras que ni ellos mismos han podido ocultar, me refiero a las manifestaciones eróticas y malsonantes que desde su situación privilegiada nos han arrebatado. Es seguro que en sus encuestas y recopilaciones les ha debido llegar múltiples textos que una vez en sus mesas de trabajo han quedado fuera de lo publicable. Todos sabemos que para gustos colores y como dice el refrán Hay ojos que de legañas se enamoran, y que la tradición como manifestación de una cultura popular no puede ser escogida sino asumida en su totalidad. Por ello es de agradecer que en la actualidad los estudiosos del folklore no pongan reparos a ninguna manifestación, por grosera o chabacana que pueda parecer, que del pueblo les llegue. En la revista Paremia encontramos un apartado, El refranero hoy, donde nos ofrecen encuestas realizadas en la actualidad. Con una selección de las aparecidas en el nº 5 os dejamos.

A la mujer y al papel, hasta el culo le has de ver.

A los amigos: el culo. A los enemigos: por el culo. Y a los indiferentes: la legislación vigente.

Cada día que amanece el número de tontos crece.

Cuando alguien tiene un vicio, o se caga en la puerta o lo hace en el quicio.

El abad manda que cavéis el huerto y que después subamos a merendar.

El que para pobre está "apuntao" le da igual estar de pie que "sentao".

Entre tres la tenían y ella meaba, y no meaba a gusto la condenada.

La legaña y el moco se llevan poco.

Se tapaba Marijuela y se dejaba el culo fuera.

Treinta monjes y un abad, no pueden hacer cagar a un asno contra su voluntad.

Perecita ¿quieres sopas? Ay sí señora, unas pocas. Perecita pon el puchero. Ay no señora, ya no las quiero.

Tres cosas pido su Dios me las diese: la tela, el telar y la que teje.


(Revista Paremia, nº 5, Asociación Cultural Independiente, Madrid, 1996)

sábado, 15 de diciembre de 2012

Otro poeta aforista

Nos volvemos a encontrar con un poeta que entre su producción literaria opta en algún momento por el estilo aforístico. El poeta norteamericano Wallace Stevens (1879-1955) siguiendo, o prediciendo, lo que también otros poetas mostrarían en sus aforismos, nos regala una colección donde reflexiona sobre el hecho poético. La poesía nos la muestra no sólo como una manifestación del espíritu, sino como una religión, la única, que da sentido a la vida. Es a través de la poesía como conocemos la realidad, como entendemos la naturaleza; son las palabras quienes manifiestan y crean lo más valioso de la vida. Los poemas renuevan la visión de los objetos y prestigian al mundo. Muchos de sus aforismos, debido a estas creencias casi esotéricas, parecen claves secretas de sociedades ocultas. No sabemos qué pretende comunicarnos, nos sentimos pobres individuos huérfanos de su conocimiento y casi repudiados por nuestra ignorancia. En este sentido se aparta de la gran tradición aforística donde lo importante era el deslumbrar, el sorprender, la aprehensión inmediata de la frase, aunque tuviera segundas y terceras lecturas. Aun así aquí dejamos algunos de sus aforismos.

A la larga, la verdad no importa.

El poeta teje vestidos de seda con gusanos.

El arte implica muchísimo más que el sentido de la belleza.

Lo que cuenta es la creencia, no el dios.

Un viaje por el espacio es lo mismo que un viaje por el tiempo.

Un futuro nuevo sale a cuenta.

El sentimentalismo es un fracaso del sentimiento.

A medida que la razón destruye, el poeta debe crear.

No hay diferencia entre dios y su templo.

La guerra es el fracaso periódico de la política.

Uno no escribe para ningún lector excepto para sí mismo.

No todos los días el mundo se ordena en un poema.


(Wallace Stevens, Aforismos completos, trad. Daniel Aguirre, Lumen, 2011)

K 379 de Mozart

Mozart (1756-1791) compuso esta sonata, nº 27, para violín y piano a los veinticinco años, sólo diez antes de su muerte. La escribió cuando estaba a punto de abandonar el servicio del príncipe-arzobispo Colloredo, realmente, poco antes de ser despedido. Consta de tres movimientos de los que hemos seleccionado el segundo, allegro. En este movimiento, de una energía manifiesta, el compositor no se decide a dar preeminencia a ninguno de los instrumentos, sucediéndose un pulso ininterrumpido en que la balanza no acaba por volcarse hacia ningún lado. Y mientras la lucha se escenifica vemos cómo se encadenan momentos alegres y serenos, con otros intensos y reflexivos, acabando con un dramatismo que nos acerca a la tragedia. Anne-Sophia Mutter, al violín, y Lambert Orkis, al piano, nos ofrecen esta maravillosa versión.


domingo, 9 de diciembre de 2012

Malas Notas 34

La muerte es la más inoportuna de las diosas.

Tal vez no sería tan terrible la muerte si al menos nos dejara asistir a nuestro entierro.

Uno de los inconvenientes de la muerte es que no te permite conocer el final del libro que estabas leyendo, ni el inicio del que ibas a empezar.

Es mi amigo aquel que no me gustaría asistir a su entierro y no me importaría que él asistiera al mío.

Primo Levi escribió una serie de narraciones sobre su experiencia en los campos de concentración con el título de Pretérito perfecto. Castilla del Pino, por su parte, tituló Pretérito imperfecto sus memorias que abarcan la guerra civil y la posguerra. Pero este tipo de recuerdos no pueden conjugarse como no sea con el Pretérito terrible.

R con curvas

Esta R no quiere nada recto. Todas sus líneas son curvas más o menos pronunciadas. A la pesadez del pilar que la sustenta opone la alegría del doble bucle que se atreve con un paso, arriesgado, de baile. Tal es la fuerza que transmite que el aire que la envuelve se curva también y se expande en ondas caprichosas. El blanco y el negro se suceden sin saber quién es más importante. Todo tiene un aroma de entreguerras.




La naturaleza como ideal

Otakar Stafl no podía saber que un año más tarde (1945) iba a perder la vida. Mientras tanto sigue con su trabajo artístico diseñando nuevos ex-libris. En esta ocasión aprovecha el encargo de Jan Raupach para hacer un canto a la naturaleza de su país. Al fondo, en tonos más claros, una estampa agrícola: un carro entoldado tirado por dos caballerías cruza la llanura por delante de un frondoso árbol. Más cerca de nosotros un haz de trigo tiene enganchada una hoz y reposa, a su lado, el rastrillo. Un pez nos recuerda el río que no vemos y que recorre, sin duda, la llanura; mientras, la escopeta nos habla de la fauna que se oculta entre los árboles y las rocas. El casco y el pico descansan después de horadar la tierra rica en metales. ¿Quién no alardearía de su tierra a pesar de la ocupación alemana?