domingo, 25 de marzo de 2012

Música para una caja de música.

De los grandes compositores para piano es sin duda Chopin (1810-1849) el más celebrado, posiblemente porque es el que se dedicó casi en exclusiva a ese instrumento. Al margen de sus grandes obras, Mazurcas, Polonesas, Baladas, Nocturnos o Preludios, fue también un magnífico compositor de valses, llegando a componer catorce. En ellos se mezclan el ritmo alegre del vals y la melancolía del romanticismo. Buena prueba de ello es este vals Op. 69 nº 2 en que se suceden la alegría del baile y momentos en que parece que se desciende a lo oculto, que se recuerda un anhelo o se busca la felicidad perdida, todo para retornar al baile, una y otra vez, como si éste fuera lo único que merecemos. Todo con la delicadeza de una caja de música.
Está interpretado por el pianista ruso Vladimir Ashkenazy (1937).


Malas Notas 25

A la admiración por los escritores que me muestran la vida, mi agradecimiento, incondicional, a aquellos que me regalan sus formas en castellano, la única lengua que conozco.

Paradoja: A la vez que la vegetación es la representación de la plenitud y el esplendor; cuando se instala en los edificios abandonados, es la manifestación de la ruina y el ocaso de las civilizaciones.

Si en nuestra adolescencia soñamos con nuestra muerte para escudriñar las supuesta reacciones de nuestros conocidos; en la madurez pensamos en la muerte de nuestros allegados para imaginar como será nuestro comportamiento.

¿Qué es más humano, la risa o el llanto? La risa puede manifestar estupidez o desprecio. El llanto impotencia y cólera. Lo más cercano al hombre será siempre la primera sonrisa que asome después de haber llorado.

Una colección del siglo XIX

Todas las recopilaciones de refranes son iguales y distintas. Leer un libro de refranes nos remite y recuerda otros en que aparecen los mismos o similares textos. Los decenas de miles de refranes de nuestro idioma se combinan en colecciones, repertorios o vocabularios. Entonces, ¿para qué leer lo que ya conocemos?, ¿que ganamos al reconocer refranes que ya sabíamos? Cada vez que leemos un libro de refranes que no conocíamos nos asalta una doble satisfacción, el placer de ver enunciado un refrán en una variante que desconocíamos, o a la que simplemente no habíamos prestado la atención debida, y el hallazgo de proverbios que incorporamos a nuestra colección particular.
En 1828 Antonio Jiménez publicó la Colección de refranes, adagios y locuciones proverbiales de la que hoy vamos a seleccionar unos cuantos que ilustren lo que comentamos al principio. Espero que entre ellos alguno agrade tanto como para memorizar e incorporar, si fuera posible, a nuestro discurso.

Alquimia probada tener renta y no gastar nada.

Ama sois, ama mientras el niño mama; desde que no mama, ni ama ni nada.

Reniego del amigo que cubre con las alas y muerde con el pico.

Araña, ¿quién te arañó? Otra araña como yo.

¿Qué haces bobo? Bobeo; escribo lo que me deben, y borro lo que debo.

La cabeza blanca, y el seso por venir.

Que buena cara tiene mi padre el día que no hurta.

Cochino fiado, buen invierno y mal verano.

Alabaos coles, que hay nabos en la olla.

Antaño murió el mulo y hogaño le hiede el culo.

Espantose la muerte de la degollada.

¿Qué hemos de hacer? Descansar, y tornar a beber.

Los diezmos de Dios, de tres blancas sisan dos.

Tres cosas demando si Dios me las diese, la tela, el telar, y la que lo teje.

El golpe de la sartén, aunque no duele tizna.


(Antonio Jiménez, Colección de refranes, adagios y locuciones proverbiales con sus esplicaciones é interpretaciones (1828), Sevilla, Extramuros, 2008)

sábado, 17 de marzo de 2012

Antonio Machado y Juan de Mairena

Admirado como poeta, Antonio Machado (1875-1939), fue también un excelente prosista y pensador. Estas dos vertientes las aunó en el maravilloso libro Juan de Mairena. Asumiendo el papel de profesor de retórica imparte sus clases a la manera de los clásicos, departiendo con sus alumnos, preguntando y planteando dilemas a los que hay que responder. Influenciado por la filosofía alemana y admirador de Nietzsche, del que toma algunos de sus aforismos, Machado en pequeños discursos repasa los temas que más le importan, la literatura, la cultura popular, el estilo, la política..., y todo de un modo aparentemente descuidado pero pleno de rigor y en un castellano asombroso. En algunas ocasiones su prosa se acerca al aforismo tanto en la extensión como en el gusto por la paradoja y la salida inesperada dejándonos textos tan sabrosos como estos:

Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Esta es la ilusión y el consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! ¡Oh, eso es lo que no sabe nadie!

La libertad, señores (hablaba Mairena a sus alumnos), es un problema metafísico. Hay, además, el liberalismo, una invención de los ingleses, gran pueblo de marinos, boxeadores e ironistas.

En política, como en arte, los novedosos apedrean a los originales.

-Ah, señores... (Habla Mairena, iniciando un ejercicio de oratoria política.) Continúe usted, señor Rodríguez, desarrollando el tema.
-Ah, señores, no lo dudéis. España, nuestra querida España, merece que sus asuntos se resuelvan favorablemente. ¿Sigo?
-Ya ha dicho usted bastante, señor Rodríguez. Eso es toda una declaración de gobierno, casi un discurso de la corona.

-A usted le parecerá Balzac un  buen novelista -decía a Juan de Mairena un joven ateneísta de Chipiona.
-A mí, sí.
-A mi, en cambio, me parece un autor tan insignificante que ni siquiera lo he leído.

Los hombres que están siempre de vuelta en todas las cosas son los que no han ido nunca a ninguna parte. Porque ya es mucho ir; volver, ¡nadie ha vuelto!

Los honores, sin embargo, rendidos a vuestro prójimo, cuando son merecidos, deben alegrarnos; y si no lo fueren , que no os entristezcan por vosotros, sino por aquellos a quienes se tributan.

No toméis, sin embargo, al pie de la letra lo que os digo. En general, los viejos sabemos, por viejos, muchas cosas que vosotros, por jóvenes, ignoráis.Y alguna de ellas -todo hay que decirlo- os convendría no aprenderlas nunca. Otras. sin embargo, etc., etcétera.

Decía mi maestro: Pensad es deambular de calle en calleja, de calleja en callejón, hasta dar en un callejón sin salida. Llegados a este callejón pensamos que la gracias estaría en salir de él. Y entonces es cuando se busca la puerta al campo.

De la vejez, poco he de deciros, porque no creo haberla alcanzado todavía. Noto, sin embargo, que mi cuerpo se va poniendo en ridículo; y esto es la vejez para la mayoría de los hombres. Os confieso que no me hace maldita la gracia.

Cuando dos gitanos hablan
ya es la mentira inocente:
se mienten y no se engañan.


(Antonio Machado, Juan de Mairena, edición de Pablo del Barco, Sevilla, Junta de Andalucía, 1999)

lunes, 12 de marzo de 2012

Una R dedicada

Para mi amigo Rafa Jiménez en su cumpleaños.

Por más formas que adopte una letra no puede ocultar su origen y nuestra erre es vegetal. Una doble raíz que se afianza y a la vez se eleva creando nuevos esquejes; unas ramas que se dirigen al cielo pero que temerosas, o tal vez responsables, se curvan para formar la copa que nos cubre. Los extremos, no adivinamos si son flores o frutos, se nos ofrecen para saciar la sed o aspirar el aroma de la tarde. No hay duda, la primavera quiere estallar en tu honor y toma prestada la inicial de tu nombre. 
Regálasela, Rafa, regalásela.



Las hojas de Kaminsky

Estamos en 1916 y nuestro amigo Otakar Stafl diseña otros ocho ex-libris. Uno de ellos está destinado al poeta y traductor checo Bohdan Kaminsky (1859-1929). Da la casualidad que el poeta, siguiendo los pasos de su padre, se inicia en su juventud en la talla de madera, lo que nos hace pensar que era muy consciente de a quien encargaba el grabado que presidiría la entrada de sus libros. Y es precisamente un libro el que encontramos presidiendo el ex-libris, las dos hojas por donde está abierto señalan su nombre mientras una pluma, entintada por la punta, descansa en medio. Al fondo una elevación del terreno que apunta al cielo como dos disparos, inocentes pero manifiestos. A la izquierda el tronco de un árbol que se prolonga en ramas pobladas de cientos de hojas que, como un marco, cubren los lados del grabado. Todo señala hacia la elevación como si fuera el destino, ¿pero qué nos puede esperar en lo inhóspito?


lunes, 5 de marzo de 2012

La hora de Azorín

En 1924 Azorín, con motivo de su ingreso en la Real Academia Española, pronunció un discurso donde dejó claro que se incorporaba a la institución un escritor único. Retrocede a la España del siglo XVI y partiendo de un monarca ya anciano y abrumado por las desgracias nos cuenta Una hora de España. Durante una hora hace un repaso de nuestro país dando saltos en el tiempo y en el espacio. Nos enseña Ávila, conocemos a un religioso, a un viandante y a un viejo inquisidor. Admiramos los castillos, las montañas y la costa. El País Vasco y Cataluña comparten tiempo con el estilo literario, la gloria y los corsarios. En total cuarenta y una pequeñas imágenes en las que reconocernos, en las que observamos que la ruina que somos ya estaba presente hace más de cuatro siglos. Su visión es a la vez mítica y descorazonada, la tristeza recorre cada uno de estos cuadros, pero una tristeza que no es difícil asumir porque nos reconocemos en ella. Su escritura, tan personal, ralentiza el paso del tiempo y la hora se prolonga hasta nuestros días y acabamos tal y como empezamos ante el mar inmenso. Casi un siglo más tarde sigue viva su poética: "Quien piensa claramente escribe claramente". A ver si nos enteramos.

(Azorín, Una hora de España, Alianza, 2011)